Colombia es el tercer productor mundial de café y el principal productor de Arábica lavado. Sus cafés son muy apreciados en el mercado internacional y sus programas de promoción de la caficultura y el café de calidad, referentes en todo el mundo. 

El café necesita condiciones climáticas específicas para crecer. Requiere agua y luz solar y no tolera el hielo. Es por este motivo que se cultiva en los países tropicales y subtropicales cercanos al ecuador. Colombia reúne todas estas condiciones y tiene gran tradición como país productor y exportador de café. 

A lo largo de la historia de Colombia, la actividad cafetera ha favorecido el aumento y la expansión de su industria manufacturera, el crecimiento de sus ciudades, el desarrollo de su infraestructura del transporte, la formación del sector financiero y la vinculación del país al comercio internacional. Desde que el cultivo del café y su exportación empezaron a coger forma ordenada, allá por 1870, este producto ha estado estrechamente ligado al desarrollo y bienestar del país. 

Actualmente, Colombia es el tercer productor de café en el mundo y el principal productor de café Arábica lavado. Sus cafés son muy apreciados en el mercado internacional y sus programas de promoción de la caficultura y el café de calidad, referentes en todo el mundo. 

Geografía y clima del café colombiano

El café en Colombia se cultiva en las llanuras de Sierra Nevada de Santa Marta y en las laderas de tres secciones de la Cordillera de los Andes que atraviesan el país. En total suma más de 7.300.000 km2 de cafetales, lo que, a pesar de lo llamativo de la cifra,  no es más que alrededor de un 5% del total de la superficie del país. 

Geograficamente, las principales tierras colombianas de cultivo de café se dividen en cuatro regiones claras. La región norte comprende los departamentos de Magdalena, Cesar y Guajira. La región sur, los departamentos de Huila, Cauca, Nariño, Sur de Valle del Cauca y Sur de Tolima. La región central, los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, Norte de Valle del Cauca y norte de Tolima; y, la región oriental, los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander.

Las temperaturas de estas zonas cafetaleras, con relieves desde planos o ligeramente ondulados hasta abruptos, oscilan entre los 17 y los 23ºC y las precipitaciones se sitúan en torno  a los 2.000 milímetros anuales, distribuidos a lo largo del año. Esto favorece la alternancia entre estaciones húmedas y secas, lo que posibilita, en determinadas zonas, dos cosechas: una de septiembre a diciembre y otra de abril a junio. 

Los suelos de los cafetales colombianos varían de arenosos a pedregosos hasta arcillosos, una buena parte de ellos derivados de cenizas volcánicas, lo que los dota de un alto contenido de material orgánico y buenas características físicas para la producción de café. 

Los cafetos se plantan a altitudes altas, entre los 1.200 y 1.800 metros de altura sobre el nivel del mar. También es posible encontrar algunas fincas por encima de los 1.950 metros,  donde el clima crea granos superiores favoreciendo el aumento de su acidez. 

Regiones cafeteras

Desde hace años, el Café de Colombia dejó de ser uno. La especialización de los caficultores de las diferentes áreas productoras del país, ha favorecido en las últimas década la aparición de  diferentes tazas, en general, todas de muy buena calidad. 

Departamentos como Caldas, Quindío y Risaralda, del llamado Eje Cafetero, que hace unos 20 años eran los reyes indiscutibles del sector, comparten, ahora, protagonismo con otros territorios productores, como Huila, donde se están consiguiendo cafés de altísimo valor.  Los tres primeros territorios ocupan, actualmente, 153.230 hectáreas con café, mientras los caficultores opitas (Huila) ya dedican 154.980 hectáreas de su superficie al cultivo del cafeto. Antioquia, por su parte, es el tercer departamento en el ranking, y se sostiene con 130.990 hectáreas, mientras Tolima posee 117.180 hectáreas.

El Cauca no se queda atrás y gracias al apoyo del modelo de minifundios, esta región alcanza, ya, 88.000 hectáreas de cafetales, también de preciada calidad. El próximo año, el Cauca seguirá creciendo. 

Lo contrario sucede en el Valle, una zona que llegó a tener casi 90.000 hectáreas de plantaciones y que ha reducido, notrablemente, su participación desde el año 2002. El pasado año, la superficie de cafetales rondó poco más de 67.570 hectáreas. Aquí, como en Caldras y Risalda, cultivos como aguacate, plátano, maíz y algunos frutales han arrebato el protagonimos al café, que ha acabado deciéndoles parte de sus tradicionales terrenos de cultivo. Pero quizás, una de las características más especiales en el cambio de vocación de muchos caficultores del Eje Cafetero es que un buen número de antiguas haciendas —especialmente en el Quindío— se han ido reconvirtiendo, paulatinamente, en hoteles y posadas. Actualmente, se calcula que el 30% de las fincas del Eje funcionan como hospedajes y sitios para actividades recreativas. 
  
Producción, orgullo y calidad 

La altitud geográfica en la que se encuentran ubicadas buena parte de las fincas colombianas ha dificultado la mecanización excesiva del cultivo de café en el país, algo que ahora podría cambiar radicalmente, tras la autorización para la exportación de cafés de calidades más bajas y que pueden ser cultivados a menor altura y en cafetales más densificados. Hasta ahora, sin embargo, en general, el café colombiano se cosecha a mano cuando alcanza su punto de  maduración correcto, y se limpia inmediatamente, despues, para evitar que el mucílago impregne los granos. Estas dos circunstancias, la altitud y el immediato lavado, otorgan un valor diferencial al café de Colombia,  por cierto, todo, de la especie arábica, con especial importancia de las variedadesTípica, Borbón, Maragogipe, Tabi, Caturra y la Variedad Castillo, antes conocida como Variedad Colombia.En 2014, 420.000 familias cafeteras ya tenían más del 50% de su cultivo sembrado en variantes resistentes y casi 600.000 hectáreas de cafetos de todo el país, se habían renovado con 3.200 millones de árboles nuevos. 

Los últimos cuarenta años de producción de café en este origen han resultado un periodo especialmente dinámico, con fuertes crecimientos – en determinados periodos se llegó a doblar la producción- pero, también, estrepitosas caídas de la producción. Si en 1962  en Colombia se producían 7,1 millones de sacos de 60 kilos de café verde, en 1991 la producción superó los 16. Con posterioridad a esta etapa, la cantidad de sacos fueron rebajándose, hasta estabilizarse entre el  2000 y el  2008, en alrededor de 11-12 millones anuales. A este periodo le siguió otro de importantes decrecimientos a causa, tanto de fenómenos climatológicos varios como por la situación del mercado, la reducción de cafetales y la puesta en marcha de nuevos proyectos en tierras tradicionalmente dedicadas al café.  
Actualmente, las cifras han vuelto a recuperarse, empujadas, sobretodo, por los buenos resultados obtenidos por las políticas de fomento de la caficultura en diferentes departamentos del pais. Como muestra, los últimos resultados de la cosecha del pasado año, cuando se alcanzaron los 14,2 millones de sacos, según Federacafe -13,5 según la Organización Internacional del Café. 

A pesar del crecimiento, y de la mejora en las cifras de cosecha, Colombia sigue teniendo una productividad baja comprada con otros orígenes. En cuatro años, se ha pasado de 11 a casi 16 sacos por hectárea, una creimiento satisfactorio pero alejado, todavía, de los 40-50 que tiene Brasil, y casi 70 de Vietnam, respectivamente, el primer y segundo máximo productor de café en el mundo.

Para la presente cosecha, todo parece apuntar que la cantidad de café será menor que el año anterior, a duras penas 13 millones y es que, la sequía provocada por el fenómeno de ‘El Niño’ es cada vez más acusada, con lo que ello conlleva tanto en el desarrollo del cafeto, como en el incremento de la susceptibilidad a la plaga de la broca. 

Café con lazos y raices

Para los colombianos, el café no es sólo un grano, sino parte de su identidad nacional, de la cual cosa se sienten, especialmente, orgullosos. Un ejemplo de esta importancia para la sociedad colombiana y para su imagen internacional es el propio presidente del país, Juan Manuel Santos, que durante un buen tiempo fue representante de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC) en la Organización Internacional del Café.

A lo largo de su historia, además, este país ha tejido  alrededor del café, una de las redes sociales con mayor diversidad de culturas y rasgos que podamos imaginar. En ella están incluidas diferentes comunidades indígenas, afro-descendientes y herederos de los colonos de origen blanco o mestizo, todos con diversas manifestaciones culturales. Diferencias aparte, su gran valor ha sido la capacidad para desarrollar un espíritu comunitario y de acción colectiva entorno al café. 

El sector cafetero ha financiado de forma privada muchos de los proyectos públicos desarrollados en las regiones cafeteras, al tiempo que los ingresos que genera continúan siendo fundamentales para más de medio millón de familias que ven al sector con orgullo y como fuente de independencia. 

La gente del café 

EDurante años el café ha sido el motor del desarrollo de Colombia y el cultivo más importante de la región andina colombiana gracias a su carácter perenne y a la permanente garantía de compra. En los últimos tiempos, sin embargo, su participación en la economía colombiana ha decrecido, dado que el país ha diversificado sus exportaciones. Aún y así, el café sigue siendo el primer producto del sector agropecuario y casi, exclusivamente, el primer generador de riqueza y empleo de las zonas cafeteras. 

El café en Colombia emplea a más de dos millones de personas, 741.000 empleos directos y 1.4 millones de empleos indirectos, de acuerdo a la información de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC).

El 90% de las fincas están en manos de pequeños productores, más de 563.000 familias,  distribuidas en alrededor de 600 de los 1.053 municipios del país. 
A excepción de no más de un 5% de los casos, estas familias colombianas que trabajan en el cultivo de café, tienen pequeñas extensiones de tierra de dos a cinco hectáreas de media cada una. Estas micro fincas caracterizan la producción del café colombiano y la convierte, básicamente, en una actividad familiar en que todo el proceso de cosecha y post-cosecha la ejecutan los propios caficultores. Esta forma de hacer  tiene como resultado no sólo un producto de calidad superior, sino también la mayor implicación de los agricultores dedicados al cultivo del café en la industria, que, por necesidad, trata con un gran número de estos pequeños productores. 

La Taza Colombiana

Como ya se ha apuntado con anterioridad, el fuerte empuje versus al café de especialidad que ha vivido estos últimos años la producción de café en Colombia ha dado paso a múltiples y variadas tazas que, hoy, complican, ya, la definición «estandard» de la taza colombiana. 

La calidad de los cafés de este origen proporcionan en la mayoría de los casos tazas de alto valor, con notas de cata en las que suelen destacar su limpieza, agradable acidez, dulzor suave, buen cuerpo y postgusto equilibrado.

Aunque presentan diferentes grados de complejida, los cafés colombianos destacan, también por hacer gala de un aroma de elegancia extraordinaria, afrutado con notas cítircas, florles e incluso a cacaos dulces. 

DO Café de Colombia y más

La calidad ha sido siempre, y en las últimas décadas todavía más, el motor del sector cafetero de Colombia. Este es uno de los países productores con mayor número de Denominaciones de Origen y, también con uno de los programas de control del grano más exigentes del mundo. 

Desde 2005, cuando se declaró al Café de Colombia como la primera denominación de origen protegida en el país, la FNC comenzó en firme su estrategia de protección del origen, cuya implementación ha avanzado positivamente en Colombia y en mercados internacionales, con el fin de generar ventajas competitivas y proteger la reputación del café colombiano y sus variedades regionales. Fruto de este intenso trabajo, los Departamentos de Nariño, el de Cauca, el de Huila y el de Santande, cuentan, tambien, con su propia DO.

El programa 100% Café de Colombia de la Federación Nacional de Cafeteros es reconocido como el mayor programa de promoción y comercialización de un origen 100% puro de café.

Para ayudar a identificar las empresas tostadoras de todo el mundo y sus marcas afiliadas al programa, la FNC creó la marca registrada Café de Colombia, en cuyo logo triangular figuran Juan Valdez, su mula y las montañas colombianas. El propósito de la marca es asegurar al consumidor que el café que está comprando, al llevar el logtipo, es 100% Café de Colombia, y que este ha sido verificado como café 100% comobiano de calidad excelso, por rlos rigurosos controles de calidad de la FNC acorde con la normativa de la DO.

Esta supervisión comienza en las fincas, donde la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia envía inspectores oficiales para revisar cada cafetal y verificar las condiciones sanitarias, la salud de los árboles y la calidad de cada cosecha. Los controles siguen durante todo el proceso, hasta el momento justo del embarque del grano con destino a los países importadores. 

El café que exporta Colombia

Hasta finales de 2015, Colombia sólo ha autorizado la exportación de granos Excelsos que según la calificación de calidad del país, corresponde genericamente, a un café de grano grande, principalmente plano, parejo, con un mínimo de un 50% de criba 15. El resto del café puede variar de criba 14 a 12. Para que un grano sea clasificado como café excelso de exportación, se utilizan diferentes parámetros como la humedad, defectos, infestación, olor, color, prueba de taza, granulometría, materia extraña y/o impurezas. 

El exportador y su cliente final pueden acordar libremente las condiciones en el tamaño de los granos y en el contenido de defectos en el café de exportación, siempre que cumplan con las condiciones mínimas establecidas en la descripción genérica. Estas condiciones no serán verificadas en los controles de calidad salvo cuando los sacos estén marcados y se manifieste expresamente que se trata de café Premium, Supremo, Extra o Maragogipe, como se definen a continuación.

Caracol: Café excelso de la clase conocida con este nombre, de tamaño grande, mediano y pequeño, retenido por la malla 12. Admite una tolerancia de hasta un 10% de grano plano.
Premium: Criba 18/14. Tolerancia 5%.
Supremo: Criba 17/14 .Tolerancia 5%.
Extra o Especial: Criba 16/14 .Tolerancia 5%.
Maragogipe: Comprende la calidad o variedad conocida con este nombre, de tamaño grande, mediano o pequeño, sin caracol. Criba 17/14. Tolerancia 5%.

Nueva venta de pasilla y microlotes

Una resolución de finales del pasado año, autoriza, ahora, la exportación de granos diferentes al Excelso con el propósito de mejorar los ingresos de los caficultores colombianos. Esta comercialización, sin embargo, se lleva a cabo por canales totalmente diferenciados. 

La pasilla, subproducto o segundas, como se les denomina en el argot cafetero, a estos cafés inferiores representan hoy cerca de 10% de la producción de café en Colombia. Sin embargo, se espera que por la presencia de el fenómeno de «El Niño», este indicador pase a representar el 18% de la actual cosecha. 
Hasta el momento, un cafetero que produzca pasilla solo podía vendérsela a las emrpresas tostadoras locales para la producción de cafés instantáneos y otras mezclas,. Ahora, sin embargo, con la nueva autorización, puede aspirar a un mayor negocio. Según, el GERENTE DE LA FEDERACIÓN NACIONAL DE CAFETEROS, Roberto Vélez, “la medida tiene muchísimas aristas que tocan con el modelo de rentabilidad del negocio, el cual se agotó. Comprende muchas cosas, como abrir la posibilidad para que haya otras formas de producción de café, maximizando la productividad a través de la recolección mecánica, procesos de producción , cosechas más concentradas y masivas”. A raíz de la medida, también se ha planteado la posibilidad de que ahora, un caficultor o grupo de caficultores opten por la producción de robustas en grandes extensiones como la altillanura.

Esta última posibilidad, sobretodo, ha causado controversia. Algunos cafeteros consideran que no es una buena decisión empezar a competir en mercados de menores calidades. Para ellos, el país debe mantener una diferenciación de producto para que los consumidores continúen demandando la especialidad cafetera de Colombia.

El gerente de la Federación considera que este es un punto de vista errado. “Son negocios muy distintos, el café excelso no compite con las pasillas. El consumidor de excelsos jamás mira el mercado de pasillas. Queremos ampliar el espectro para los caficultores colombianos. Por ahí vamos: el modelo tradicional de negocio está agotado y estamos buscando todas las posibilidades para hacer más eficiente la producción. Pensamos muchas medidas y seguiremos empeñados en ello”, explica Vélez.

Además de esta medida, la FNC también autoriza, a partir de ahora, las exportaciones por courrier. Es decir, vender al exterior pequeñas cantidades de grano hasta máximo 60 kilogramos. Esto les abre opciones de mercado a ciertos cafeteros que podrán enviar cafés de excelentes calidades sin mayores trámites.

Exportación

La venta de cafés a terceros países en una importantísima fuente de ingresos para el país, que de acuerdo a cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en 2014 facturó con estas operaciones cerca de 2.893 millones de dólares, lo que representa el 5,3% de las exportaciones totales nacionales.
Los principales destinos del café colombiano fueron Estados Unidos, Japón y Bélgica, con una participación del 41,3%, 9,3% y 8,2%.  Paradójicamente, los tres principales consumidores de café del mundo, Finlandia, Suiza y Países Bajos no aparecen entre los principales países importadores de café colombiano, lo que ya es visto por muchos productores como una nueva oportunidad para su café. 

En esta cruzada, los caficultores de Colombia cuentan con la baza del trabajo realizado durante los últimos 40 años a nivel de publicidad de este origen y desarrollo de la marca Café de Colombia. Y es que esta campaña, subproducto de una industria cafetera unida,  no solamente ha permitido mejorar la imagen del país, sino que también ha logrado el reconocimiento internacional para las marcas con el logotipo de Café de Colombia, el cual representa un activo valorado en cientos de millones de dólares. 

Sobre el mismo tema, muchos analistas del caso cafetero están de acuerdo en aplaudir la estrategia emprendida por la FNCC en 1959 con la creación del personaje de Juan Valdez como una de las más acertadas de la historia del café, en general.  Este simpático caficultor, acompañado de su  mula, personifica al productor de café y ha servido desde su creación para identificar mundialmente el Cafe de Colombia.